Callejones oscuros...¿oscuros? ¡y preciosos![libre, capacidad para; 1 persona]

-Ya es tarde, debería estar ya casa...-
Miraba el reloj, sosteniendo las bolsas de plástico de la compra. Ya se me había echo bastante tarde, y mentiría si no dijera que la noche sola, en un callejón, me daba bastante miedo. Con todos aquellos ruidos de gatos, pasos, voces de la gente... ¿Qué digo? ¡me daría más miedo aún si esas voces no se escucharan!

Hacía algo de frío, y frotaba mis brazos buscando encontrar algo de calor en ellos.
Miraba hacia arriba, las luces de la ciudad evitaban ver apenas podía ver una estrella.
Caminando sin perder la mirada hacia arriba mientras sostenía la bolsa en una de mis manos, frotando mis brazos, tropecé con una pequeña piedra que había en el suelo. Quizás si no hubiera tenido las manos tan ocupadas, hubiera podido evitar la caída simplemente agitando las manos para mantener el equilibrio pero...


-¡¡Aaaaaaaaauh!!- Caí al suelo desparramada. La bolsa dejó caer todo lo que llevaba dentro, unos envases con carne de cerdo para hacerme de cenar, que con suerte no se rompieron y ninguna carne tuvo contacto con el sucio suelo. Por desgracia no podría decir lo mismo de los huevos, la caja de plástico, a pesar de no haberse abierto, podían verse las grietas de los huevos de la parte baja (si, al menos la parte de arriba, que era media docena, pudo sobrevivir...), algunas latas de refrescos rodaron a todos lados, y notaba como poco a poco, mi frente era marcado por un espeso líquido rojo que escocía bastante.

-¡¡Shhgg!!- Andando a cuatro patas sobre el suelo, recogía las cosas todo lo rápido que podía y las metía en la bolsa. Veía algunas gotitas de sangre caer desde mi frente al suelo, aunque no me preocupé por ello hasta meter todo lo que se me había caído en la bolsa.
Algo mareada, conseguí levantarme sacudiendo mi camiseta y falda.
Luego, saqué un pañuelo del bolso y limpié el rostro de sangre de mi cara.

-Aah....- Suspiré llevando uno de mis puños a la cintura. -¡Ahora tardaré más... ¡cómo escuece!-
Podrían llamarme loca por hablar sola, pero digamos que es una pequeña manía de la que difícilmente me podría deshacer.

Tuve la suerte de encontrarme a una simpática chica con intenciones de ayudarme, ofreciendome la lata que se había caído de la bolsa. -¡Ah, si, es mío!- Estiró la mano para dármela, así que extendí uno de mis brazos, agarrándola por los bordes trayendolo hacia mí. Aún estaba algo patosa, pues se me escurrió entre los brazos. (Suerte que no callera de nuevo al suelo) Y acabé metiéndola en la bolsa.

-¡No te preocupes! Es solo un pequeño rasgu...- Sus largos colmillos llamaron mi atención. ¿Era un vampiro? Guau... esos blancos dientes eran hermosos... -¿Eres un vampiro?- Decía mientras seguía intentando limpiar la sangre de mi cabeza con el pañuelo. ... ¿Sangre? ¿vampiro? ¿colmillos? ¡¡¡UAAAAAAAH!!! ¡¡iba a comerme!! Retrocedí instintíbamente unos pasos hacia atrás. Llevando la bolsa a mi pecho. -No-no me comas, ¡por favor! ¡te daré lo que quieras!-

¿Pero qué hacía? me decepciono a mí misma... ¿cómo podía actuar así, con miedo, ante alguien que me había ayudado? tenía que confiar, sí, en ella... quizás si quisiera comerme, me hubiera tirado la lata para dejarme inconsciente y merendarme. ¿Verdad?
Además... yo... no estaba tan rica...

Agité las manos intentando disculparme, temía haberla echo sentir mal. -¡Ah! ¡perdoname! siempre he vivido con personas normales y....¡ah! ¡no! quiero decir... humanos. Osea, no es que seais raros, para nada pero...¡¡aah!!- Me incliné una vez más para intentar pedir perdón. -¡Gomen! ¡Lo siento, lo siento! No quería decir eso, yo... ¡ah!- Rebusqué en la bolsa algo que ofrecer a la chica. Hoy hice la compra de la semana, así que llevaba bastantes cosas, incluso de sobra. (Sí, hace poco que había cobrado, podía permitirmelo.)
Entregué a ésta, un paquete de carne de ternera (sin cocinar). -Por favor, ¡aceptalo!-

En cierto modo... me sentía algo mal por la chica... además de ser una persona de lo más agradable y gentil, tuve los malos prejuicios de juzgarla de mala persona. Me sentía avergonzada, y un pequeño trozo de carne no borraría lo mal que me había comportado. -Arigatou~ estoy algo mareada por el tropezón y no podré sola con las bolsas...- Sonriéndole, la reverencié con un leve agacho de tronco vertical para volver a mi postura.

Estiré la mano que no llevaba bolsas hacia ella. -Claire~me llamo Claire... ¿y tú?-

La sangre coagulaba lentamente, y cada vez sangraba menos. Aunque a cada rato tenía que estar limpiando la sangre de vez en cuando con el pañuelo sobre mi frente. -¡Si quieres puedes cenar en mi casa! no es que sea gran cocinera...¡pero te atenderé lo mejor que pueda!-